¿Existe alguna relación?
En un mundo en el que la movilidad humana se convierte en un grito de desesperación ante crisis y las adversidades, las iglesias y comunidades de fe emergen como bastiones de esperanza y apoyo. Imagina el desamparo y el miedo de quienes se ven forzados a abandonar sus hogares a causa de los desastres ambientales, tienen que buscar refugio en tierras desconocidas debido al gemido del Planeta. La solidaridad y el consuelo ofrecidos por estas comunidades no solo proporcionan alivio inmediato, sino que también construyen puentes de humanidad en un contexto de incertidumbre y cambio. Sin embargo, el verdadero desafío radica en asegurar que nuestra ayuda no solo sea efectiva, sino también “afectiva” o respetuosa del planeta que todos compartimos.
La interconexión entre la movilidad humana y el cambio climático es innegable, estudios recientes lo revelan. Las crisis ambientales generan desplazamientos forzados, creando una necesidad urgente de apoyo que también debe considerar la sostenibilidad. Las acciones de ayuda deben ir de la mano del cuidado del medio ambiente, para evitar que el apoyo brindado termine generando nuevas problemáticas ecológicas. La cuestión de fondo es que el bienestar humano está ligado al del ambiente, y viceversa.
¿Cómo apoyar a los humanos en movilidad sin en comprometer el medio ambiente? Algunas ideas
1. Establecimiento de Redes de Apoyo Sostenibles
Las iglesias pueden crear redes de apoyo junto a organizaciones locales para ofrecer asistencia integral a los migrantes, tales como refugio temporal, alimentos y servicios médicos. Estas redes deben incorporar prácticas sostenibles, como el uso de materiales reciclables y la preferencia por productos biodegradables, por ejemplo, en la construcción de refugios. Además, establecer conexiones con proveedores que practiquen la sostenibilidad refuerza el impacto positivo en la vida de los migrantes y sus entornos.
2. Movilización de recursos de forma ecológica
Recaudar fondos y recolectar bienes esenciales es crucial, pero hay que hacerlo de manera que minimice el impacto ambiental . Para ello, conviene promover el uso de envases reciclables, reducir el embalaje excesivo y optar por productos reutilizables, o de segunda mano. Esto ayuda a disminuir la cantidad de residuos generados. Educar a los donantes sobre la importancia de elegir productos sostenibles también contribuye a una reducción del desperdicio y refuerza un compromiso ético con la naturaleza.
3. Organización de eventos y actividades ecológicos
Para eventos presenciales, el uso de platos y utensilios reutilizables, la minimización de plásticos y una adecuada gestión de residuos son prácticas clave para reducir la huella ecológica. Incorporar elementos educativos respecto a la sostenibilidad en estos eventos ayuda a crear conciencia y fomenta un comportamiento más respetuoso con la Creación.
4. Proporcionar espacios de acogida
Los espacios de acogida para migrantes deben ser diseñados con criterios de sostenibilidad. No se trata solo del trato a quienes llegan, sino a lo que ya estaba y les abraza, el medio ambiente. Hay que crear conciencia respecto al momento y lugar donde se descansa y recibe ciertos beneficios.
5. Implementación de programas de integración
Los programas de integración pueden incorporar lecciones sencillas y significativas sobre las prácticas ambientales sostenibles. Ofrecer clases sobre reciclaje, conservación de recursos y jardinería ecológica ayuda a los migrantes a adaptarse y a contribuir positivamente al entorno que ahora habitan. Sentir que no solo reciben, sino que dan puede ser un factor que fortalezca su autoestima. La creación de huertos comunitarios, que promuevan la agricultura sostenible, también puede proporcionar alimentos frescos y fortalecer el vínculo entre los migrantes y la comunidad local.
6. Defender la Justicia Social y Ambiental
Las iglesias tienen la capacidad de influir en la política y en la opinión pública al abogar por reformas que protejan tanto a los migrantes como al medio ambiente. Participar en campañas de sensibilización sobre la interconexión entre movilidad humana y cambio climático puede promover políticas más justas y sostenibles. Apoyar políticas que integren la justicia ambiental asegura que las necesidades de los migrantes y la salud del planeta sean atendidas de manera equitativa.
Cada acción, por pequeña que parezca, debe ser una oportunidad para reflejar un compromiso con la justicia social y ambiental. Como se ha visto, adoptar prácticas sostenibles no solo amplía el impacto positivo en la vida de los migrantes, sino que también garantiza que nuestras buenas intenciones se traduzcan en un futuro más verde y equitativo para todos.
Al integrar estas prácticas en sus esfuerzos, las iglesias y comunidades de fe pueden demostrar que la ayuda a los migrantes y el cuidado del medio ambiente no son objetivos opuestos, sino complementarios. La verdadera medida de la fe se manifiesta en la capacidad de transformar palabras en acciones concretas, ofreciendo un refugio de esperanza y dignidad a quienes más lo necesitan, mientras se protege el planeta que todos compartimos. Así, al unir solidaridad con sostenibilidad, las comunidades religiosas marcan un verdadero cambio positivo en el mundo, reafirmando que el amor, la justicia y el respeto por el medio ambiente pueden efectivamente cambiar la realidad de la gente y los espacios que habitan.
¡Hagamos la diferencia hoy!
Escrito por:
Estefanía Luna
Comunicadora de la Red Como nacido entre nosotros
Co creadora de La Luna del Ilaló - espacio de aprendizaje y tejidos sociales y medio ambientales
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